Lo propio de la vida familiar es que existan algunos momentos difíciles y algunos otros de mucha alegría,
pero la mayor parte del tiempo en familia transcurre en un estado de ‘normalidad’ en el que suceden las
actividades diarias de una forma más o menos adecuada, con ciertas dificultades que pueden manejarse
fácilmente, con muchas situaciones que funcionan de forma adecuada y eso es lo que denominamos
cotidianidad. Es justo en ese ambiente donde la educación de los hijos y el fortalecimiento de la familia
tiene su mejor momento.
Sin embargo, pareciera que constantemente aspiramos a que suceda algo especial para sentirnos en
plenitud o que debe suceder algo verdaderamente trágico para aprender y revisar lo que estamos
haciendo. No es necesario encontrarnos en los polos de la alegría o la tristeza, de la satisfacción o la
desesperación para diseñar un plan que nos permita crecer como individuos o como familia, es más, las
mejores estrategias sólo se logran en el esfuerzo cotidiano, en la lucha diaria por lograr pequeñas metas
que nos lleven a superar grandes retos.
Tratando de brindar una herramienta práctica para delinear un plan en el que todos los miembros de la
familia se vean involucrados y beneficiados, se mencionan a continuación 9 elementos que pueden servir
como brújula para saber que debemos reforzar, ajustar o cambiar.